“El islamismo radical no es compatible con los derechos humanos ni con la democracia”. Así lo advierte el Gustavo de Arístegui (Madrid, 1963). El político popular, licenciado en Derecho, diplomático y portavoz del PP en la Comisión de Asuntos de Exteriores hasta esta legislatura analiza las revueltas árabes en su último libro, Encrucijadas árabes. Lo que España y el mundo se juegan (Singular Ediciones). De Arístegui advierte de que el islamismo radical es el gran beneficiario de las revueltas que comenzaron en la plaza Tahrir, en El Cairo. Además alerta del riesgo que supone la presencia de Al-Qaeda en el Magreb y critica con dureza que no se adopte desde los organismos internacionales una resolución de condena firme “al sanguinario régimen sirio”. Además, censura con dureza “la Alianza de las Civilizaciones, tal y como está concebida por el Gobierno del PSOE”, porque “ha dado aureola de legitimidad a regímenes como Siria e Irán”. Tampoco pasa por alto, a lo largo de la entrevista, que la preocupación europea por la crisis financiera lleve a un segundo plano los conflictos localizados en países árabes de la vertiente mediterránea.
-¿Qué se juegan España y el mundo en la encrucijada árabe?
-Tenemos que ser conscientes de que todos los problemas geopolíticos, la inestabilidad geopolítica, la inseguridad… son generadores de peligros muy claros, para Europa, para España y para el mundo. Es una parte muy importante del mundo, y en especial para nosotros. Hay que tener en cuenta que un momento en el que Europa está debilitada por la crisis del euro, la crisis financiera, la crisis de la deuda soberana el que haya incertidumbre en nuestro vecindario añade más incertidumbre y limita nuestra capacidad de respuesta.
-¿Eso está propiciando que Occidente baje la guardia?
- Quizá los que tienen que bajarla no la están bajando. Es el caso de los servicios de inteligencia, los servicios de seguridad… pero, en efecto, la sociedad tiene una cierta tendencia a centrarse más en los problemas más acuciantes. Tampoco es que la preocupación social vaya a paliar o mitigar los posibles riesgos de nuestra región. Pero tenemos que ser conscientes de que los riesgos de nuestra región en este momento preciso son una noticia peor que si fuera en otro momento. Una Europa menos fuerte que antaño es una Europa con menor capacidad de respuesta inmediata.
-¿Hay más riesgo ahora en el norte de África con la presencia Al-Qaeda?
-Al-Qaeda se está instalando en el Sahel y estar en el Sahel significa estar a tiro de piedra de cualquier parte de Europa, a tiro de piedra de cualquier parte del África subsahariana. Quiero recordar los terribles atentados que están produciéndose en Nigeria. Hace muy poco tiempo una serie de atentados causaron 150 muertos en un fin de semana en Abuya y eso es Al-Qaeda en el Magreb islámico. Al-Qaeda está instalada en el Sahel, pero especialmente en Níger y Mali. Y eso algunos venimos denunciándolo desde hace mucho tiempo.
-¿La democracia y el islamismo pueden convivir?
-Islam y democracia sí, rotundamente sí. Islamismo radical y democracia no, rotundamente no. El islamismo radical no es compatible con los derechos humanos, no es compatible con la democracia. El Islam sí que lo es y lo estamos viendo en Turquía, en Indonesia o entre los musulmanes indios porque la India es el segundo país musulmán del mundo por población después de Indonesia, por delante de Pakistán. Conviene recordarlo. Hay unos 170 millones de musulmanes en la India.
-¿Se han tomado con demasiada alegría las revueltas de la primavera árabe?
-Creo que hay un exceso de optimismo irresponsable en algunos analistas y algunos responsable respecto a cómo estaban llevándose a cabo las revueltas en el mundo árabe. ¿Cuántas veces hemos escuchado que los islamistas no tienen protagonismo, que los islamistas no son los que han iniciado las revueltas, los islamistas no tendrán un papel que jugar cuando cambien los regímenes dictatoriales?... No tuvieron nada que ver con el estallido de las revueltas, pero ya hemos visto que han ganado en Túnez, que van a ganar en Egipto o que una parte del Consejo Nacional de Transición libio tiene claramente una tendencia islamista y eso es una evidencia que no podemos negar. Negarla sería también irresponsable.
-¿El islamismo radical es, por tanto, el principal beneficiario de unos movimientos en los que no participaron en su origen?
-En gran medida es una buena conclusión. En efecto, el islamismo radical es uno de los principales beneficiarios de los cambios del régimen en los que no han sido protagonistas. En lo que sí han sido protagonistas es en las elecciones porque en Túnez han ganado y van a ganar en Egipto.
-¿Se puede establecer algún paralelismo entre la plaza Tahrir de El Cairo con la Puerta del Sol del movimiento 15-M?
-El movimiento 15-M nace con la amalgama de muchas cosas muy distintas, donde hay gente de derechas, de izquierdas, parados, estudiantes, funcionarios, trabajadores precarios y no precarios, gente que quiere que el sistema se regenere y sea más representativo, más transparente… Pero lo que queda hoy del movimiento 15-M es otra cosa bien distinta. Después de un proceso de centrifugación de los elementos más moderados lo que queda es otra cosa. Queda un movimiento muy parecido a lo que ya existía en todas partes del mundo democrático: los anticapitalistas, antiimperialistas,… todos los antis que uno pueda imaginar. Obviamente sigue habiendo gente bienintencionada en el sistema, pero estamos hablando de la contestación a democracias, de la petición de que las democracias se reformen o se regeneren si esa reforma es necesaria. En la plaza Tahrir es la protesta de un pueblo oprimido por un dictador pidiendo libertad y democracia, que ya la hay en España.
-¿Por qué Siria parece que tiene carta blanca desde hace tantos años?
-A Siria le está saliendo gratis casi todo lo que ha hecho en 41 años, que es lo que lleva el régimen. Hasta el año 1991 todo le salía gratis porque era un aliado principal del bloque soviético, y en plena guerra fría era imposible censurar a Siria. De hecho la matanza de Hama, del año 1982, con 30.000 víctimas le salió totalmente gratis a Hafez al-Assad [padre del actual presidente Bashar al-Assad]. Ni una sola condena en organismos internacionales. Y en la actualidad hay reticencias que no son ya justificables, o que no lo fueron en ningún momento desde el principio por parte de China o de Rusia, para que se adopte por lo menos una resolución de condena firme al sanguinario régimen sirio. Lo que está produciéndose en Siria es terrible y tiene que hacernos reflexionar a la comunidad internacional sobre el doble rasero.
-Ese doble rasero ha sido el mismo que se ha aplicado a Libia, donde se ha apoyado a unos rebeldes desconocidos…
-El mandato de la ONU no era para los rebeldes libios, era para el pueblo libio. Era la defensa de los libios que estaban siendo masacrados con medios de guerra por parte de su líder de la revolución de su dictador Gadafi. De la misma forma que se ha defendido al pueblo libio se tenía que haber defendido al pueblo sirio, empezando por una condena. Me cabe la satisfacción de ser el autor de la única iniciativa parlamentaria aprobada en el Congreso de los Diputados condenando, con voto unánime de la Comisión de Asuntos Exteriores, al régimen sirio por su masacre del pueblo.
-Hablando de Libia, una parte del Consejo Nacional de Transición (CNT) ya se ha mostrado dispuesto a instaurar la Sharia [ley Islámica].
-Es lo que hablábamos antes, que una parte del CNT ha demostrado estar más cerca del islamismo radical que del islam moderado. Los libios tendrán que decidir entre las opciones políticas que se presenten a las elecciones cuando se celebren.
-¿Qué papel debe desempeñar España en política Exterior en este asunto?
-España tiene un profundo conocimiento de la región, mucha experiencia, buena imagen y, además, el precedente de nuestra ejemplar transición a la democracia. No tenemos que dar lecciones a nadie, ni ser paternalistas ni imponer nuestro sistema. Sí podemos y debemos compartir nuestras experiencias. Las tareas que pueden tener los países democráticos vecinos a los de las revueltas son dos básicas. Primero, los estados, para ayudar a la consolidación de las instituciones democráticas, las reformas institucionales y el fortalecimiento de las jóvenes democracias. Segundo, los partidos, para que las formaciones afines entrenen y formen a los dirigentes de esos partidos que han vivido bajo dictaduras y que siendo demócratas de corazón no tienen experiencia en la administración de democracias. En consecuencia, creo que tenemos esos dos papeles que jugar, que son importantes.
-¿Las estrategias del próximo gobierno español hacia dónde deben dirigirse?
-Lo tenemos muy claro. La sensibilidad, el interés o la prioridad que un gobierno sensato, como es el que yo creo que va a ser el del Partido Popular. El Gobierno que surja va a tener la mano tendida con los vecinos, diálogo con el Islam moderado, la búsqueda de puntos de encuentro contra el terrorismo, el crimen organizado, contra los enemigos comunes; apoyo a los procesos de democratización; y entender que algunas iniciativas del gobierno socialista ha logrado ha sido apuntalar y legitimar a regímenes dictatoriales y corruptos. La Alianza de las Civilizaciones, tal y como está concebida por el Gobierno del PSOE, lo que ha hecho es dar aureola de legitimidad a regímenes como Siria e Irán, y pongo solo dos ejemplos.
-¿La amenaza nuclear de Irán es en serio o un farol?
-Otra cosa que llevo años diciendo y que mucha gente pensaba que era exagerada… Irán va a por el arma nuclear y la acabará teniendo. Tardará más o menos, pero es una evidencia que la quiere tener porque quiere blindar al régimen y ser potencia hegemónica regional en un eje hacia cuatro escenas geopolíticas: las exrepúblicas soviéticas y China hacia el norte; hacia el este, el Asia central; hacia el sur el Golfo Pérsico; y hacia el oeste, Oriente Próximo donde influye a través del régimen sirio, Hizbulá y Hamás. Por tanto, la inclusión del régimen sirio va a tener un impacto fundamental en la estabilización de Oriente Próximo en la medida en que Irán ya no podrá proyectar fuerza ni inestabilidad a través de sus aliados incondicionales que son el régimen sirio, Hizbulá y Hamás.
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