miércoles, 27 de julio de 2011

Camisetas

Dos minutos y once segundos puede ser mucho tiempo o poco. Según se mire. Para unos pueden ser los dos minutos y once segundos más largos de su vida. Para otros, pueden ser una rápida cuenta atrás. Dos minutos y once segundos fue el tiempo que duró uno de los encierros más rápidos de los últimos sanfermines. En ese breve espacio, con las coordenadas precisas, un espectador tiene la oportunidad de ver ante sus ojos la vida misma. Es posible ver la expresión de nerviosismo y tensión del corredor, y al mismo tiempo de felicidad, con la adrenalina a tope. Pero si hay algo que llama la atención en los sanfermines o en cualquier fiesta con sabor patrio es la vestimenta. Los trajes típicos han dado paso a los números en la espalda y los escudos grandilocuentes. Si a eso se une la tecnología, el entretenimiento está asegurado. La ventaja que tienen los sanfermines es la posibilidad de repasar el encierro las veces que uno desea. Y lo que es mejor. Hacerlo con la cámara superlenta, un prodigio técnico que debería aplicarse a otras facetas de la vida para ver si es posible corregir lo errores o ver si, al menos, vas bien vestido. La cámara superlenta ofrece tantos miles de detalles al mismo tiempo, plano a plano, que hasta las astas de los morlacos son lo de menos. Cada plano es una composición tan realista que permite al espectador no perderse nada y, al mismo tiempo, ponerse en los ojos del cámara. Cualquiera puede reconocer, por ejemplo, al vecino de la casa, ése con el que un día hablaste del tiempo y con el que te limitas a cruzar educados ‘buenos días’, corriendo por la Estafeta. La camiseta del Atleti le delata. Por eso, en los sanfermines la cámara superlenta está en su lugar natural. Si hay algo que me gusta de la cámara superlenta es la posibilidad de reconocer la vestimenta de los corredores y las posibilidades de entretenimiento que ofrece. Que si el del Barça se ha llevado un buen arreón o que si el del Athletic se ha salvado por los pelos de ser empitonado. Puro espectáculo. Una vez conocí a un tipo que se pasaba las tardes mirando la calle por el videoportero. Decía que le entretenía más la fauna callejera que veía en el plano fijo del portal de su casa que los programas esos del corazón y el cotilleo… Hace poco me contó que sus nietos habían estado en el parque de la Warner y que después de las aventuras que le habían contado lo que de verdad echaba de menos era una conexión en directo con el parque para ver a la gente al natural. Decía que se imaginaba las colas de las atracciones de Supermán o Tom y Jerry con jugadores de la Ponferradina, el Mirandés, el Torpedo 66, la Roja y, por supuesto, Messi y Ronaldo, clonados por decenas. La camiseta de tirantes, indispensable, con el pantalón corto y la chanclas, ha dado paso a la camiseta del equipo de los amores de cada cual. Ahora, en cualquier sitio ves jugadores de fútbol. Ya sea corriendo delante de un toro, en la entrada de un museo, haciendo cola para subirse a la atracción de Spiderman, en el curre o en la Facultad… y por sus camisetas les reconoceréis.

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