viernes, 15 de abril de 2011
Ateos
Esta noche pude hablar con la almohada. No es una almohada de última generación, ni viscoelástica ni esas de látex en las que apoyas la cabeza y te entra el sueño a las primeras de cambio sin recurrir a un orfidal. Es una almohada de espuma normal y corriente, que además de sujetarme la cabeza mientras ronco también permite los desahogos. A la espera de que llegue el día de conversar con Dios y saldar unas cuentas pendientes, lo más a mano que tengo para acercarme a él es la almohada. Y sobre ella me he imaginado los pasos de la Cofradía del Ateo a ritmo de batucada que pretendía procesionar por Madrid el Jueves Santo. La Delegación del Gobierno ha prohibido un procesión que, se mire por donde se mire, es tan inoportuna como provocadora. Los ateos, como la generación ni-ni, los internautas, la asociación nacional de la vaca frisona o quien sea están en su derecho a salir a la calle a pedir lo que le plazca. Probablemente razones no les faltan a los convocantes porque España, como recoge la Constitución, es un país aconfesional –que no ateo–, y los desmanes de la Iglesia a lo largo de la historia, con una curia que propaga un Dios siniestro desde el Concilio de Trento, no ayudan mucho. Pero la Iglesia católica no es sólo religión, también es cultura. Por eso es sano ver más allá de las salidas de tiesto de Rouco y compañía, que dejan en un segundo plano la impagable tarea que religiosos y misioneros ejercen en el tercer mundo o al doblar la esquina. Los convocantes de esta procesión atea también se olvidan del pequeño detalle de que aunque cada vez hay menos clientes en las iglesias, la mayoría de los españoles siguen siendo católicos. La cita con la imaginería atea es inoportuna por la fecha que habían escogido, Jueves Santo, y porque una procesión así choca con una tradición que se vive en todos los rincones del país, aunque se mezclan la fe y el espectáculo sin el menor rubor. Y es una provocación por la denominación de procesión atea, aunque a estas alturas nada extraña. Basta con recordar que hace unas semanas en Castilla-La Mancha se llegó a plantear, con marcha atrás incluida, el cambio de las vacaciones escolares de Semana Santa de toda la vida por una denominación tan eufemística como Descanso entre el segundo y el tercer trimestre. Rechazo de plano el anticlericalismo porque sería capaz de quemar la biblia, el mejor bestseller de todos los tiempos, igual que la Inquisición chamuscaba hombres en autos de fe y libros en hogueras. Por eso, antes de cerrar lo ojos llegué a una conclusión: la procesión va por dentro para ateos o católicos.
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