viernes, 11 de febrero de 2011
'Ochomiles'
Los grandes alpinistas y los tiranos tienen dos maneras de afrontar los hechos. Las perspectivas, claro, son opuestas. Los montañeros se enfrentan al frío, a la falta de oxígeno y a las paredes a miles de metros de altura para conquistar ochomiles. Y los tiranos… prefieren quitar las piedras del camino proclamando que son imprescindibles. En otros tiempos, en la Francia revolucionaria de 1789, el pueblo estaba hambriento y protestaba. Ante este espectáculo, con la hambruna en las puertas de palacio, María Antonieta pronunció una de esas célebres frases, o al menos siempre se la han atribuido a ella, que ha pasado a la historia: “Si no tienen pan, que coman pasteles". Unos años después acabó en el cadalso y con la cabeza separada del cuerpo por arte y gracia de ese invento tan francés, de cinco estrellas Michelin, como es la guillotina. En Egipto no pedían la cabeza de Mubarak, sino que se fuera. La salida del país de Mubarak puede cambiar el futuro de una de las zonas del mundo más sensibles, en las que los analistas de la geostrategia política no levantan ojo. La mayoría del pueblo egipcio quería que Mubarak se marche y los grupos opositores liderados por los Hermanos Musulmanes mantienen su postura firme tras más de veinte días de protestas. El dilema ahora es si tras la salida de Mubarak se caminará hacia el integrismo o la democracia. Con los tanques apostados en El Cairo como espectadores, miles de personas se comportan como si fueran una sola. Están subiendo su particular ochomil. Tienen la misma fe y el convencimiento de que si mantienen firmes sus convicciones se saldrán con la suya. De algún modo, son como un alpinista, que en la soledad de una montaña mantiene su estado de ánimo ante las adversidades convencido de que creyendo en lo que se desea, su sueño podría cumplirse incluso de la manera más inesperada. Túnez llevó a Egipto, y ahora medio mundo sigue los acontecimientos en El Cairo. Las pirámides no son el Gasherbrum II, esa mole de 8.035 metros que acaba de coronar en pleno invierno, y con temperaturas que hielan hasta el líquido sinovial, un trío de alpinistas liderado por Simone Moro. Pero las pirámides de Egipto y el Gasherbrum II, en Pakistán, comparten simbolismo. Moro ha realizado una gesta única, nadie había conquistado antes en invierno un ochomil. Era algo imposible. Pero Moro sobrevivió sólo porque quiso la montaña, que apreció que bajara de la cima una bolsa de basura. Y los malos gobernantes ni suben montañas ni limpian cimas.
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