viernes, 4 de septiembre de 2009

Tapas

La directora Isabel Coixet aseguraba recientemente, durante la promoción de Mapa de los sonidos de Tokio, su última película, que los españoles y los japoneses tienen en la pasión por la comida uno de sus temas preferidos de conversación. “En eso, Japón y España son iguales", asegura la realizadora. El otro tema de conversación favorito que dice Coixet que tenemos con los japoneses es el sexo, pero creo que aquí es más de boquilla que otra cosa, digo yo, porque en realidad se habla más del tiempo y de si la lluvia nos va a fastidiar el fin de semana. Pero es cierto que los españoles siempre estamos pensando en zampar. Nos pasamos la vida haciendo alusiones a comidas y lugares de los que no podemos olvidar un arroz con bogavante, un pote berciano o la salsa alioli. Aprovechamos cualquier tertulia con los compañeros de trabajo para soltar de pronto lo que vamos a cenar esta noche mientras nuestros estómagos comienzan a crujir. Supongo que Cervantes cuando navegaba a bordo de la galera que le llevó a jugarse el pescuezo ante los turcos, en más de un momento pensó cuánto le gustaría llevarse a la boca unos duelos y quebrantos, regados con generoso vino de la tierra. Pocas cosas han cambiado desde entonces, pese que la hamburguesa ha ganado terreno, el sushi reina en las fiestas más snobs y los cocineros llenan de sabores y combinaciones el universo gastronómico. Pero la tapa es lo que se lleva. Basta con ver a los Madrileños, Españoles o Lagarteranos por el mundo para comprobar cómo lo que más echan de menos los que viven a miles de kilómetros de su ciudad es una tapa. De Cotonou a Libreville, las Seychelles, Sidney o Lisboa lo que más añoran son las tapas, y “el jamoncito, el quesito...”, que no faltan en sus frigoríficos. Puestos a pedir, nada como los boquerones en vinagre con patatas fritas, las bravas del Luman o las cañas de crema de la pastelería de mi infancia en el barrio de Prosperidad. Así, suma y sigue, la lista de Delicatessen es tan larga que no hay ciudad o pueblo que presuma de ellas, con feria de tapas incluida. Ahora que descubrimos que España y Japón están unidos por la zampa sólo nos falta una primera dama cocinera, como en el país nipón. Aquí, se me ocurre, no estaría mal que la mujer de Ferrán Adriá llevara las riendas del país. España, al menos, estaría en su punto.

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