sábado, 18 de abril de 2009

'Pijoaparte'

El otro día llamaron a la puerta de casa –toc,toc,toc- mientras estaba tirado en el sillón tratando de poner en orden mis ideas. Me levanté, abrí y me encontré con un tipo que con toda la confianza y verborrea del mundo, pero con un traje arrugado que le quedaba grande y un horrible nudo de corbata, trató de colocarme un pedido de agricultura ecológica por 35 euracos al mes. Tras despacharle volví al sillón donde repasé la grotesca escena y fue cuando de repente me acordé del Pijoaparte, ese auténtico superhéroe de barrio de la novela Últimas tardes con Teresa. Mira por donde una sonrisa se dibujó en mi cara para camuflar mi tedio. Algo parecida a la que Juan Marsé tendrá el próximo jueves en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá cuando reciba el Premio Cervantes y observe el rostro de Ángeles González-Sinde, la ministra de Cultura que vino del cine. Supongo que las recientes palabras de un Premio Cervantes sobre el cine español habrán sentado como un jarro de agua fría a la ministra, a pesar de su buena estrella y sus Goyas. “El problema del cine español no es la piratería, sino la falta de talento”, advierte Marsé. Su lamento está más que justificado porque al fin y al cabo es un escritor que no ha gozado de mucha suerte en las adaptaciones de sus obras a la gran pantalla, desde la célebre Últimas tardes con Teresa al Embrujo de Shanghai. Tal vez por ello en su última novela ajusta las cuentas a más de un guionista, con descarado indisimulo. Marsé es de esos tipos valientes, que tienen la suerte de decir lo que piensan y quedarse tan panchos. Igual que Arturo Pérez Reverte y Javier Marías, que también cuentan con un buen puñado de pijoapartes en sus novelas que sueñan con alcanzar una vida mejor, sin dudar en mezclar apariencia y realidad. Creo que el andaluz del barrio barcelonés del Carmelo creado por Marsé no está invitado a la entrega del Cervantes. Una pena. Seguro que encuentra la manera de colarse y suspirar por el amor de alguna mujer de la burguesía progre que desprenda aroma a Chanel. Quien sabe si tras una noche de amor con una joven que conozca en la Cisneriana con las primeras luces del al alba, el Pijoaparte se volverá a encontrar con cofias y delantales, despertando de bruces a la realidad.

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