martes, 7 de abril de 2009

Fotos

Tener una foto con Obama se ha convertido casi en una cuestión de Estado. Así ha quedado de manifiesto durante el reciente periplo del mandatario norteamericano por Europa. En mi desordenado álbum fotográfico no podré tener ese objeto de deseo y por eso envidio a Zapatero. No sé si podrá presumir en la bodeguilla de la Moncloa o en el retiro de Doñana con sus colegas de las instantáneas que se hecho con el presidente yankee, pero si quisiera enmarcarla lo podrá hacer. Y yo no. En el fondo es un privilegiado, porque a decenas de periodistas les hubiera gustado probar el efecto placebo que produce hacerse una foto con un mito. Por eso no me extraña que se olvidara del posado oficial de la Cumbre de las Civilizaciones. Ser un mitómano es lo que tiene y fotografiarse con una estrella lo cura todo. A mí, que quieren que les diga, me resulta un poco patético que los mandatarios mundiales se peleen por hacerse una foto, pero con Obama lo entiendo. Es como el viajero del AVE que se cruza con la Belén Esteban de turno en la estación de Santa Justa y le pide una foto antes de someterse a la persecución de intrépidos reporteros mal pagados. Pero la foto es lo que vale, aunque salga movida. Y eso es lo que le pasó a Zapatero con los rumores confirmados el martes por la crisis de Gobierno, que hicieron que su instantánea con Obama saliera algo movida. Si les soy sincero, eché de menos en la imagen al Mocito Feliz, ese tipo calvo con barba que sale detrás de los famosos, que lleva siempre periódicos y que se cuela con todo el descaro en los planos de los paparazzis. Pero lo de las fotos tiene su cosa y la pasión de algunos llega hasta tal punto que un viaje de placer se puede convertir en una pesadilla a cuenta del arte fotográfico. Eso le pasaba a un amigo que nos pedía posar una y otra vez al grito de "foto, foto". ¡Y eso que no nos acompañaba Obama! Un click tras otro, las cámaras digitales han sido el instrumento globalizador que ha servido para captar la euforia mundial que transmite Barack Obama. Entre tanta sonrisa, no me extraña que los líderes de la vieja Europa quieran inmortalizarse junto a una sonrisa que es sinónimo de otras maneras en el orden mundial. En anteriores cumbres la gente abucheaba a Bush, pero con Obama todos quieren una foto a su lado, con Mocito Feliz o sin él.

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