viernes, 13 de febrero de 2009

Excusas

El patio anda muy revuelto estos días. No me extraña nada que la venta de antidepresivos supere a las de pastillas para la migraña o, si me apuran, contra la tos. Sentarse en un diván a contarle al psicólogo el vacío que deja en uno quedarse sin curre es una solución. Otra es atiborrarse de orfidal, lexatín o prozac ante el estado de ansiedad que genera ponerse todas las mañanas delante del patíbulo de la empresa en dificultades. Dicen que ahora, mientras las crisis nos azota, el teatro es un buen remedio. Así al menos lo asegura uno de los actores que estos días representa en Madrid El enfermo Imaginario, de Molière. Dice el actor en cuestión, Guillermo Romero, que “el teatro es el mejor lexatin que existe en estos tiempos de ansiedad”. Puede ser. Mientras sea posible la mejor receta contra la crisis es reírse. El problema es que con la que está cayendo ni una sonrisa forzada aclara el panorama para muchos. Mientras otros camuflan la recesión convirtiendo la gaviota en especie de valor cinegético y el coro de palmeros de turno pesca en río revuelto, otros discuten sobre el uso de preposiciones a cuenta de tramas del/contra el PP pero siguen sin barrer su casa. Con este panorama sólo se me ocurre pensar en Fran, el inventor de excusas. Fran recorría hace años varios pueblos de mercado en mercado. Instalaba su chiringuito junto a la echadora de cartas o el puesto de zapatos del vendedor ambulante de turno. Cuando me dijeron que Fran era capaz de solucionar cualquier problema nunca me lo creí. Pero un día pude ver cómo con su palabrería y su desbordante imaginación construía una excusa lo suficientemente verosímil para que el esposo cornudo no sospechara de su mujer después de que ésta, ante los crecientes temores de su marido tuviera algo más que la mosca detrás de la oreja. En otra ocasión, se inventó una excusa perfecta para justificar las pérdidas económicas de un incauto que se dejó la paga extra en una timba. Ya ven y sólo por la voluntad. Existe gente así. Buenos samaritanos que forman parte de ese mundo aparte y que aparecen cuando uno menos se lo espera, pero que ponen soluciones donde otros sólo ven un túnel sin salida. También me dijeron que la última vez que vieron a Fran fue cerca de La Moncloa y que Zapatero le abría la puerta. Si es así, me quedo más tranquilo.

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