jueves, 6 de marzo de 2008

Llamazares. (in) Fidelidad

Pocas diferencias hay entre la política y un matrimonio. Que se le pregunten a Gaspar Llamazares, que ha visto como muchos de sus artistas le han abandonado para abrazar la Z, de Zapatero, claro. Tal vez la ruptura más dolorosa ha sido la del coordinador de IU y Joaquín Sabina, ya que el cantante, versos por medio, pluma en mano y talento encadenado ha apelado entre pareados al voto útil para alinearse en la Plataforma de Apoyo a Zapatero. Genio y figura, pese a que la “llama de Llamazares le llama”, el pasado miércoles el canalla más canalla, en plena procesión de la cofradía del Santo Reproche, reiteró su apuesta por ZP en el Círculo de Bellas Artes. No sé si se tratará de un cese temporal de la convivencia, pero todo apunta a que entre ellos hay una tercera persona, con permiso de Sonsoles... Pelillos a la mar para Llamazares que, pese a todo, también recurrió a la poesía para mitigar su desengaño e invitó al cantante y compositor “a lucir su bombín en el Vaticano”, al mismo tiempo que ahora se ofrece a ZP. Pero no es el último novio que le ha salido a ZP, que por lo visto despierta pasiones. El concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid Pedro Zerolo también se apunta al trío o al menos presume de los orgasmos que le da Zapatero, eso sí, “democráticos” y después de los que le proporciona su marido. No sé si es la erótica del poder o qué, pero seguro que el Libro Blanco que destapó ZP en el debate no recoge ni una línea, ni un verso y ningún soneto relativo a los asuntos de faldas. Tampoco los gráficos que tanto Rajoy como Zapatero llevaron al cara a cara hacían referencia alguna al tema. Así que mucho me temo que la clave de todas estas (in) fidelidades estaba en las palabras de despedida del candidato socialista en el segundo debate, las de “buenas noches, buena suerte”. ¡Y a mí que me recuerdan a Rosebud, el término sobre el que gira toda la trama de la magnífica película Ciudadano Kane! Será porque la política es como los matrimonios, donde las infidelidades se pagan. Aunque también hay quien mira hacia otro lado.

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