Es más
fácil estirar las conciencias, que dan mucho de sí, que los bolsillos llenos de
agujeros por donde se caen los euros sin cesar. Al menos esa es la
conclusión que saco después de ver a los capos
de la política económica del Gobierno en la rueda de prensa de los viernes en La Moncloa. Son las previsiones
conservadoras de brotes verdes del nuevo cuadro macroeconómico del país, que se
resumen en esa frase lapidaria que Rajoy
no ha dejado de repetir durante su reciente viaje a Estados Unidos: “España ha
salido de la recesión pero no de la crisis”. Fin de la cita.
Hoy el
optimismo del Gobierno viene de los datos de la macroeconomía, tan alejados de
los bolsillos de los ciudadanos como el mecanismo que sirve para regular el
precio de la factura de la luz pero que siempre acaba igual: a pagar más.
Técnicamente
es cierto que hemos salido de la recesión. Por los pelos, pero hemos salido. También
es cierto es que hay datos positivos. Ya no se habla de rescates, primas de riesgo
y hasta la los hombres de negro de la troika destacan los esfuerzos del
Gobierno por la recuperación económica. Sin embargo esas certezas al ciudadano
le dan lo mismo porque sus bolsillos están más rotos que su moral. Mientras los
sueldos se han reducido los precios suben. Presten atención al carro de la
compra… Si en agosto una botella de leche semidesnatada de marca blanca de un
conocido supermercado costaba 0,53€ en septiembre había subido tres céntimos. Y
así con más productos.
De esto es de lo que se entiende en los hogares, donde
la economía familiar para llegar a fin de mes está alejada de esas magnitudes
macroeconómicas que permiten al Gobierno esbozar medias sonrisas que sorprenderán al mundo (Montoro dixit). La crisis, las medidas de
austeridad y las inevitables reformas han menguado la próspera clase media
española, ésa misma que generaba millones de empleos a través de pymes y
autónomos. Y mientras la clase media se
desinfla, los ricos son más ricos y los pobres, más pobres.
Sin embargo, el Gobierno estira la conciencia como
un chicle, pero sin perder de vista las elecciones generales. Tras las
vacaciones, Mariano Rajoy y todo su
equipo se ha puesto manos a la obra para vender optimismo y confianza pese a
que seguimos haciendo equilibrios en la cuerda floja de la economía. Rajoy y los suyos han puesto una marcha
más con el objetivo de hablar de su libro y minimizar como sea el efecto del caso Bárcenas. Son los dos grandes
frentes abiertos del PP, donde cada vez hay más voces que reconocen el daño que
el extesorero del PP les está haciendo. No les gusta hablar del asunto. Se
nota. Su psicosis da lugar a situaciones tan grotescas como esa llamada de
teléfono de La Moncloa
para pedir a la cadena de televisión norteamericana Bloomberg que cortara una parte de la reciente entrevista con Rajoy. Se le preguntaba por Bárcenas y por una presunta
financiación irregular… Así estamos. Los
partidos políticos en España (y más si están en el poder) tienden a usar el
periodismo como propaganda. El discurso es el suyo, las preguntas también.
Lo malo es que no siempre la verdad coincide con el discurso oficial.
Mentiras y verdades aparte, si hay algo
incuestionable son los datos macroeconómicos. Si hace unos meses estábamos con el agua al cuello en un profundo pozo,
hoy podemos respirar un poco mejor. Sólo
un poco. Hay dos indicadores que a la hora de andar por casa son los que
revelan el estado de forma de la economía. Se trata de la PIB y el paro. De ambos se
habló en abril de este mismo año en la rueda de prensa de La Moncloa. Aquella
comparecencia de Soraya Sáenz de
Santamaría, Luis de Guindos y
Cristóbal Montoro fue un tierra
trágame en toda regla ante los negros nubarrones que acechaban a la
economía española. Aquel viernes de abril se cumplió ley de Murphy: si algo
puede ir mal irá a peor. ¿Qué ha cambiado de abril a septiembre? Pocas cosas.
Es cuestión de décimas a favor.
En abril se calculaba un crecimiento del PIB de
0,5 y en septiembre la previsión para 2014 es del 0,7. Y en cuanto a la tasa de
paro para el año que viene, en abril se situaba en 26,7 mientras que en
septiembre se estima que será de un 25,9 (ocho décimas). En otras palabras puede que esto mejore, será muy lento y más del 25%
de la población estará desempleada en 2014. Son los datos. Analícenlos,
saquen sus conclusiones y estiren sus bolsillos… o sus conciencias.