Dejen que les diga una cosa. Entre la salida de tono de Candela Peña en la gala de los premios Goya y la bravuconada de Cristóbal Montoro criticando a los actores famosos que no tributan en España me sube la tensión. Ambos alimentan entre sus huestes la demagogia, algo de lo que en España andamos más que sobrados. Lo malo es que estas posturas son las que engordan ese mal endémico de un país condenado a elegir: o conmigo o contra mí. Así nos va. Que lo actores –no todos, algunos– utilicen los Goya para criticar los recortes, un IVA escandaloso o hacer más de un chascarrillo de mal gusto no sorprende a nadie. De hecho, están en su derecho entre otras cosas porque son tan ciudadanos como yo. Ni siquiera sorprendió al ministro Wert que, todo hay que decirlo, aguantó el tipo con cara de póker en lo que parecía territorio hostil. Ya que la vida es una continua elección, si no les importa prefiero decidir sobre la película que más me ha gustado, la interpretación que me ha impresionado o la música que más me ha llegado. Y aunque considero exagerado afirmar que el cine es un derecho, aunque suene muy bien la frase, tengo más fe en Eric Toledano, Olivier Nakache, Pablo Berger (los de Intocable y Blancanieves) o, por supuesto, en Billy Wilder, que en los montoros de turno.
viernes, 22 de febrero de 2013
Cine, Cine, Cine
Dejen que les diga una cosa. Entre la salida de tono de Candela Peña en la gala de los premios Goya y la bravuconada de Cristóbal Montoro criticando a los actores famosos que no tributan en España me sube la tensión. Ambos alimentan entre sus huestes la demagogia, algo de lo que en España andamos más que sobrados. Lo malo es que estas posturas son las que engordan ese mal endémico de un país condenado a elegir: o conmigo o contra mí. Así nos va. Que lo actores –no todos, algunos– utilicen los Goya para criticar los recortes, un IVA escandaloso o hacer más de un chascarrillo de mal gusto no sorprende a nadie. De hecho, están en su derecho entre otras cosas porque son tan ciudadanos como yo. Ni siquiera sorprendió al ministro Wert que, todo hay que decirlo, aguantó el tipo con cara de póker en lo que parecía territorio hostil. Ya que la vida es una continua elección, si no les importa prefiero decidir sobre la película que más me ha gustado, la interpretación que me ha impresionado o la música que más me ha llegado. Y aunque considero exagerado afirmar que el cine es un derecho, aunque suene muy bien la frase, tengo más fe en Eric Toledano, Olivier Nakache, Pablo Berger (los de Intocable y Blancanieves) o, por supuesto, en Billy Wilder, que en los montoros de turno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario