miércoles, 4 de julio de 2012

Ponga un Nobel en casa


Hasta hace poco en muchas redacciones de los medios de comunicación bromeábamos sobre si el único premio Nobel de Economía es Paul Krugman. Me explico. Krugman es el más mediático y el más conocido. Su nombre está en boca de gobernantes, diputados, concejales y hasta del presidente de la comunidad de vecinos. Las teorías apocalípticas sobre el euro de este profesor de Princeton son un recurso habitual en los debates políticos.  Ni  Joseph Stiglitz, el Nobel que hace unos días lanzaba un alegato en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá contra las políticas de austeridad para salir de la crisis, o la recientemente fallecida Elinor Ostrom, primera mujer en ganar el Nobel de Economía, tienen el predicamento de Krugman. Como cada uno mira por lo suyo, lo que me estoy planteando es contratar un Nobel de economía para que me lleve las cuentas caseras. Igual hasta le inscribo en el régimen general de la Seguridad Social, como a las empleadas de hogar. Desde luego, poner un Nobel en casa es cuestión de presupuesto y la cosa da para lo que da, pero igual hasta salen los números.

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