miércoles, 21 de marzo de 2012
La lluvia
Las endorfinas tienen mucho que ver con la primavera. Y las lluvias y nevadas de estos días son como unas potentes endorfinas de optimismo tras la larga noche de la crisis. Por eso, si hay que celebrar algo estos días es el chute de optimismo que nos ha inoculado Christine Lagarde, la presidenta del Fondo Monetario Internacional. Tras acostumbrarnos al mal cuerpo que nos dejaban los batacazos del Ibex 35, la espada de Damocles que rozaba nuestras cabezas a cuenta de la prima de riesgo, las astracanadas que simbolizan los aeropuertos para paseantes y sin aviones o tantas sandeces sin fronteras que escuchamos a diario las lluvias de la primavera nos permiten soñar. Entre tanto erial, Lagarde se ha desmarcado de la atonía general y por primera vez, alguien de peso ve indicios sobre la recuperación económica mundial. Igual que las lluvias pueden acabar con la sequía, el agua del cielo me permite soñar con un futuro mejor. Ese futuro no será nunca como el pasado. Pero ya saben, los sueños, sueños son.
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