lunes, 22 de agosto de 2011
Un terapeuta llamado ‘R’
Alfredo, Rubalcaba, R o como quieran que le llamen los publicistas ya no es un sprinter. Ahora ha cambiado la explosividad de los cien metros por el medio fondo y la vida interior. Será por los años o por lo que sea, y se nota. Con la cita con las urnas a la vuelta de la esquina el candidato socialista a la presidencia del Gobierno ha aparcado las vacaciones para mejor momento y se aplica en los atriles mediáticos. Ahora se dedica a impartir docencia, de un sitio a otro, con su peculiar santisima trinidad: escuchar, hacer, explicar. A la espera de la conferencia política de septiembre, en la que el PSOE dará forma a las propuestas que incluirá en su programa electoral, Rubalcaba es otro. Ya no se aferra a los tacos de salida con fuerza, ni mira la meta con firmeza, ni aprieta los dientes para correr 100 metros en poco más de 10 segundos. En su campaña, o precampaña todo está medido y cuidado. El otro día, mientras esperaba que me sirvieran un tinto de verano en un chiringuito playero le pude ver en la tele en plena actuación. La televisión no tenía sonido, pero me quedé un rato absorto, observando sus pausados movimientos en una rueda de prensa. La falta de sonido estimula la imaginación y por un momento me imaginé que los periodistas que le acompañaban le interpelaban sobre si hay vida más allá de la Tierra al tiempo que anunciaba una inversión sin límites en terapias alternativas. Sus labios se movían de manera acompasada, las expresivas manos transmitían sobriedad, estaba de pie, parapetado detrás de un atril, y en la pantalla de la tele se podía leer su triple lema de precampaña. Irradiaba paz y tranquilidad, como un gurú del alma que invita a bucear en la vida interior. Por momentos, pensé que el ocaso de sol veraniego iba a ser distinto, que el realizador iba a mostrar en la pantalla una cita de Tagore usada por Rubalcaba para reconciliar mi vida interior a través de los siete centros de energía que constituyen los chacras. La puesta en escena de la precampaña del candidato socialista nada tiene que ver con la de épocas pasadas y campañas anteriores. Ha optado por un método didáctico y sosegado para explicar sus propuestas electorales. Su tono es tal, que sin sonido en la tele, parece que invita a la relajación y las terapias naturales para afrontar los avatares diarios. Lo malo es que esa ensoñación sólo duró hasta que la camarera vino con el tinto de verano y me bajó a la realidad de sopetón:“Estos políticos mienten más que hablan, ahora resulta que éste acaba de llegar aquí y que no lleva varios años gobernando”. Fue entonces cuando pedí otro tinto de verano y que pusiera la MTV.
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